Hace pocas semanas que, en su última actualización, la empresa de mensajería instantánea más exitosa del mundo en la actualidad, Whatsapp, consumaba un rumor que venía dándose desde algún tiempo: la confirmación de lectura por parte del usuario al que envías el mensaje. La forma de hacerlo, ya por la mayoría de sus más de 600 millones de usuarios conocida, fue mediante la coloración del doble check en azul -denominado palomitas en otros países hispanohablantes-.
Hasta el momento, el servicio de mensajería se limitaba a indicar que el mensaje había sido enviado mediante un check, y que había sido recibido (que no leído) mediante un segundo check.
No tardaron en alzarse numerosas voces en su contra alegando cuestiones de privacidad. Una nueva batalla se presentaba, como ya ocurriera en otras anteriores en la que los usuarios habían logrado poder elegir si omitir la última hora de su conexión.
Cabe decir, que en la actualidad, en el mundo web 2.0 es el usuario el protagonista y que cualquier manual de marketing aplicado a lo digital o a las redes sociales va a remarcar la importancia de la escucha activa de las opiniones de sus usuarios/clientes/fans. Lejos puede quedar ahora la famosa frase de Henry Ford cuando indicó por aquel entonces "Si hubiera preguntado a mis clientes qué necesitaban, habrían dicho un caballo mejor", lo cual hubiese mermado notablemente el desarrollo del automóvil en plena época de producción industrial.
El hecho de que los usuarios finales hayan manifestado su queja ha hecho reflexionar a la compañía de la que es dueña Facebook, reculando y desarrollando para futuras versiones la posibilidad de elegir si tener activada esta opción, pero ¿Tienen realmente razón los usuarios en mostrarse tan beligerantes ante la opción de conocerse cuándo se ha leído un mensaje? ¿Se invade realmente la privacidad de aquellos que utilizan la aplicación?
En mi opinión y, haciendo de abogado del diablo en este caso, creo que más que una cuestión de privacidad se trata de una cuestión de comportamiento social.
Repasando los elementos esenciales en toda comunicación, ese esquema que había que aprenderse en las clases de lenguaje de primaria, la comunicación consta principalmente del emisor, mensaje y receptor -aparte del canal, contexto y código-. En el caso del servicio Whatsapp los elementos son claros en un canal un tanto especial como es el ciberespacio plagado de bits, unos y ceros, en el que los parámetros espacio-temporales se relativizan y modifican, permitiendo que el mensaje escrito se emita y potencialmente pueda llegar en ese mismo instante. ¿Qué tiene de malo para la comunicación que el emisor sepa que el receptor ha recibido y leído su mensaje? Obviamente, absolutamente nada, siendo más un valor añadido al proceso comunicativo y que ayuda a equipararlo más con la comunicación verbal o la personal.
El problema estriba, pues, en que socialmente existe un compromiso no reglado de tener que justificar un acto de libertad como es el de no querer contestar a algo, en ocasiones favorecido, también, por el hecho de la conveniencia propiciada por el interés que pueda conllevar ignorar ciertos mensajes de ciertos destinatarios, convirtiéndose más en un beneficio para el emisor que para el receptor y siendo un enemigo de aquellos que buscan la excusa fácil.
¿Es un ataque a la privacidad de los receptores entonces este doble check azul? En todo caso yo diría que es más un ataque a la transparencia, o mejor dicho, a la opacidad tras la que puede ocultarse el deseo -respetable- de no querer contestar. Sí puedo, sin embargo, encontrar matices diferenciadores con el hecho de visualizar la última hora de conexión, puesto que esto no influye en el proceso comunicativo y está únicamente vinculada a la propia acción del momento de uso de la aplicación.
Concluyo, por lo tanto, que la confirmación del mensaje recibido por parte de Whatsapp me parece de utilidad, sobre todo en grupos de varios participantes, y que ayuda a favorecer el proceso comunicativo de la mensajería instantánea.
De igual forma pienso que una aplicación es más completa cuanto más cutomizable o personalizable sea por parte del usuario que es quien finalmente elige la manera en la que la utiliza y de qué manera formaliza sus lazos sociales, pero en la que el respeto de las libertades y privacidades depende, en este caso, más de las personas que de la herramienta que las pone en contacto. Si no deseas contestar, simplemente no contestes, aunque a algunos pueda resultar difícil en una sociedad en la que se estima que las redes sociales pueden haber provocado 28 millones de rupturas.
0 comentarios:
Publicar un comentario