En la época actual varios son los dispositivos que compiten por nuestra atención diaria y cotidiana que pueden llegar a interrumpir nuestra concentración, desde los PC de sobremesa o portátiles, pasando por los smartphone o las tabletas, cada uno con sus diversos sistemas operativos, programas y aplicaciones. Vivimos inmersos en una sociedad totalmente conectada a la red a través de estos dispositivos, que además presentan una tendencia creciente imparable. Se calcula que en el año 2015 el número de dispositivos conectados será de 13400 millones, cifra que presumiblemente aumentará más de un 200 por ciento cuando en el año 2020 puedan coexistir 38500 millones de aparatos conectados, según un reciente estudio de Juniper Reseach. Pero ¿Cómo afecta esta situación al comportamiento social y qué efectos intelectuales puede llevar aparejados?
¿Qué es el ecosistema de la interrupción?
El termino de ecosistema de la interrupción fue acuñado por el periodista, escritor y bloguero canadiense Cory Doctorow, cuando describió el medio ambiente que un usuario se encuentra al encender un ordenador y, por tanto, cualquier otro dispositivo informático conectado. La constante distracción es la nota predominante cada vez que ejecutamos nuestro sistema operativo, reaccionando a multitud de estimulos que nos impiden concentrarnos de manera estructurada en una labor concreta. No es de extrañar que mientras revisamos, o mejor dicho, ojeamos, nuestras redes sociales o las diversas noticias de la red, al mismo tiempo podamos iniciar una conversación de chat, recibir la notificación de un nuevo mensaje de correo electrónico, la actualización de un determinado programa o aplicación, recibir una llamada desde Skype, o contestar algún mensaje en alguna aplicación de mensajería instantánea como Whatsapp, entre otros "llamamientos" que en poco tiempo tratan de requerir nuestra atención.
Esta vorágine de estímulos y de ingente cantidad de información, cada día más condiciona las formas de asimilación y la actuación de los usuarios conectados. Factores como la inmediatez y la brevedad son los reyes de la comunicación a través de medios digitales. Está demostrado que el usuario de internet tiende a realizar un escaneo de las páginas a las que accede en detrimento de una lectura, asimilando el cerebro una información cada vez más fragmentada basada en impactos de imágenes, titulares, vídeos, colores o sonidos. Es de esta manera como el paradigma de la brevedad se ha ganado la confianza de un usuario cada vez más impaciente y menos concentrado.
Ejemplos prácticos de esta brevedad se ve reflejada en el éxito de plataformas como Twitter o Vine, en los que la característica principal es la restricción de caracteres para el microblog del pajarito o de la duración del tiempo para la aplicación de vídeo loop. Es comprensible, por lo tanto, que las formas de transmitir y comunicarnos cambien y vayan de la mano de la adaptación del usuario a este ecosistema de la interrupción, donde su papel protagonista es cada vez más predominante como generador de contenido y creador de valor, haciéndole adaptarse a las reglas de las que todos participamos sin percatarnos apenas de estos cambios.
Comportamiento en Red e "Idiocracia"
Idiocracia (Idiocracy) es una película estadounidense del año 2006, dirigida por Mike Judge, creador de la popular serie de animación de MTV "Beavis and Butthead". Su argumento se basa en presentarnos, de manera irónica, una visión distópica de una sociedad futura en el que ha habido una involución intelectual provocada en gran medida por el consumismo desmedido, falta de interés por la cultura, ausencia de compromiso ecológico y una oferta televisiva absurda, trivial y carente de contenido.
Aunque la visión de Judge puede resultar bastante extremista, sería interesante analizar de qué manera las nuevas reglas comunicativas de la sociedad en red puede estar afectando a nuestra actividad neuronal y de algún modo a nuestros procesos intelectuales.
La brevedad e inmediatez descritas anteriormente generan un cambio drástico en la manera de entender las cosas. Si nos parásemos a realizar una visión comparativa de los argumentos de las películas actuales con las de hace unos años, seguramente detectaríamos que en el pasado los hilos narrativos eran más trabajados y estructurados que los actuales, en los que premia el impacto de los efectos visuales y sonoros. La comunicación audiovisual se ha adaptado a esta nueva situación, la publicidad actual trata de ser más personalizada en los medios digitales, pero ha de buscar el impacto inmediato en un entorno muy competitivo y de múltiples interrupciones.
Las redes sociales, a su vez, presentan un entorno en el que abunda cierto tipo de publicaciones basadas en la distracción. Actualmente, en el muro de redes como Facebook coexisten las publicaciones personales, junto a enlaces de noticias y, cada vez más, vídeos cortos, viñetas o fotografías basadas en un impacto cargado de brevedad y basado en minimizar el contenido. Ejemplos como el humor reflejado a través de los "Memes", muestra como prevalece la necesidad de viralizar sobre el contenido, y de alguna manera, la victoria de lo absurdo sobre lo estructurado, como si la necesidad del ususuario multitarea fuera relajar su concentración y absorber lo máximo posible de muchas cosas, pero, al igual que titularía en su libro acerca de usabilidad web Steve Krug, con una máxima: "No me hagas pensar".
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| Algunos conocidos Memes |
¿Genera por lo tanto este hecho una tendencia a la involución intelectual? Pese a que determinados estudios como los realizados por Jan te Nijehuis, profesor de la Universidad de Amsterdam, hayan determinado que la sociedad actual ha perdido 14 puntos de cociente intelectual de media desde la época victoriana, sería difícil afirmar que el intelecto humano se ve afectado por las tendencias comunicativas recientes y por las diversas acciones que se derivan del ecosistema de la interrupción ante el uso de elementos tecnológicos conectados. Sin embargo, si es predecible que existen comportamientos neuronales diferentes dependientes del uso de herramientas que la humanidad ha utilizado en cada época, y que, con los instrumentos digitales, estamos acostumbrando a estimular ciertas partes del cerebro diferentes de las que empleábamos en el pasado, así como las formas de procesar y entender la información.
Así pues, cada vez más, campos como la neurociencia, cobrarán importancia entre las empresas y la mercadotecnia, que buscarán encajar esta variedad de estímulos lo más precisamente posible para llamar la atención de todos los usuarios que conviven en esta selva de fieras de la interrupción y la distracción, y sólo el tiempo determinará que consecuencias sociales e intelectuales serán las derivadas de este hecho.
